
La enfermedad de Parkinson, una afección neurodegenerativa que afecta el movimiento y otros aspectos como el estado emocional y la función digestiva, ha captado la atención de la ciencia nutricional por el papel fundamental que la alimentación puede desempeñar en su manejo. Aunque no existe una dieta única que cure la enfermedad, diversas estrategias nutricionales pueden ayudar a mejorar la calidad de vida de quienes la padecen.
¿Por qué la alimentación es tan importante?
Los alimentos influyen en el Parkinson por múltiples vías:
Estrés oxidativo y neuroinflamación: una dieta rica en antioxidantes y ácidos grasos esenciales puede reducir el daño celular en el cerebro.
Microbiota intestinal: una microbiota equilibrada puede mejorar la salud neurológica. Por eso se recomienda incluir alimentos con prebióticos y probióticos.
Interacción con medicamentos: la levodopa, principal fármaco para el tratamiento, puede ver reducida su eficacia si se consume con ciertas proteínas, por lo que la planificación alimentaria es clave.
Dietas recomendadas: enfoque MIND
Entre los modelos dietéticos propuestos, destaca la dieta MIND, una combinación de la dieta mediterránea y la DASH, orientada específicamente a la protección cerebral. Esta dieta se centra en el consumo de:
Verduras de hoja verde
Bayas como arándanos y uvas
Frutos secos
Pescado y carne de ave
Aceite de oliva como principal fuente de grasa
Además, limita los alimentos fritos, dulces y carnes rojas. Su estructura flexible facilita la adherencia, y los estudios asocian su seguimiento con una menor incidencia de enfermedades neurodegenerativas.
Nutrientes clave para la salud neurológica
Omega-3: con propiedades antiinflamatorias, presentes en pescados azules, chía y nueces.
Antioxidantes y polifenoles: en frutas rojas, cacao puro, té verde y verduras.
Vitaminas B6, B12 y ácido fólico: regulan la homocisteína, un marcador de riesgo neurológico.
Vitamina D3: esencial para la función cerebral, difícil de obtener solo por la dieta.
Tirosina: necesaria para producir dopamina, presente en carnes, lácteos y frutos secos.
Fibra, probióticos y prebióticos: benefician la microbiota intestinal y el eje intestino-cerebro.
¿Y la suplementación?
El documento recomienda precaución: salvo algunos casos concretos, no hay evidencia suficiente para el uso sistemático de suplementos como creatina u omega-3 en personas con Parkinson. La cafeína, sin embargo, muestra potencial como neuroprotectora en cantidades moderadas.
La dieta y la medicación
Un aspecto esencial es la interacción de la dieta con la levodopa, ya que su absorción puede reducirse si se consume con proteínas. Existen estrategias como la redistribución de proteínas a lo largo del día o priorizar carbohidratos complejos cerca de la toma del medicamento.
También se deben considerar nutrientes como:
Vitamina B6, que puede interferir si no se acompaña de un inhibidor de la dopa descarboxilasa.
Hierro, que reduce la absorción de levodopa.
Fibra, que puede ralentizar la absorción pero ayuda al estreñimiento.
Recomendaciones prácticas
La guía incluye un menú semanal que propone platos variados y saludables adaptados a la dieta MIND, con desayunos sin embutidos, uso de yogur natural, pescados azules varias veces por semana y opciones con legumbres y vegetales frescos.
Conclusión
Una nutrición adecuada puede marcar la diferencia en la vida de las personas con Parkinson. No solo ayuda a controlar síntomas y mejorar la eficacia de la medicación, sino que puede contribuir a ralentizar la progresión de la enfermedad y potenciar el bienestar general. La clave está en una dieta equilibrada, rica en nutrientes neuroprotectores y adaptada a las necesidades individuales de cada paciente.
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