Dieta y ejercicio: claves para reducir la mortalidad en la enfermedad de Parkinson | Fundación Degén
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Dieta y ejercicio: claves para reducir la mortalidad en la enfermedad de Parkinson

  • Llevar un estilo de vida saludable, es decir, una dieta óptima y actividad física, se asocia con un menor riesgo de desarrollar enfermedad de Parkinson.
  • Sin embargo, hasta ahora apenas disponíamos de información acerca del posible papel que pueda tener a nivel de mortalidad, el continuar con un estilo de vida saludable una vez ya diagnosticada la enfermedad.
  • Con el fin de evaluar la posible asociación entre un estilo de vida saludable (antes y después del diagnóstico de la enfermedad de Parkinson) y la mortalidad por cualquier causa en estos pacientes, se ha realizado un nuevo estudio de cohortes.
  • El estudio incluye 1251 pacientes con enfermedad de Parkinson, en los que se evalúa tanto la calidad de la dieta como el nivel de actividad física realizada, antes y después del diagnóstico de la enfermedad.
  • Los resultados muestran que la realización de una dieta saludable (en la que se incluyen frutas, verduras, granos enteros, ácidos grasos omega 3…) acompañada de un estilo de vida activo, tanto antes como después del diagnóstico de la enfermedad de Parkinson, se asocia con un menor riesgo de mortalidad por cualquier causa en estos pacientes.
  • Los pacientes que realizaban una dieta de mayor calidad y una mayor actividad física fueron los que presentaron una menor mortalidad.
  • Estos resultados sugieren que la adherencia a un estilo de vida saludable permitiría, además de mejorar la calidad de vida y los síntomas no motores de la enfermedad, modificar el pronóstico de la enfermedad de Parkinson y mejorar la supervivencia.

Los patrones de estilo de vida, incluidos la dieta y la actividad física, se han asociado con el riesgo de desarrollar la enfermedad de Parkinson, la segunda enfermedad neurodegenerativa más común. Sin embargo, hasta ahora no disponíamos de estudios prospectivos en los que se hubiera evaluado la influencia del estilo de vida en la supervivencia, una vez ya diagnosticada la enfermedad.

Se publica en la revista JAMA Network un estudio prospectivo de cohortes realizado en pacientes diagnosticados de enfermedad de Parkinson. Su objetivo principal fue evaluar la posible asociación existente entre dieta y actividad física realizada (antes y después del diagnóstico de la enfermedad de Parkinson) y la mortalidad por cualquier causa en estos pacientes.

Se incluyeron un total de 1251 pacientes (el 52% hombres), con una mediana de edad en el momento del diagnóstico de 73 años en el caso de los hombres y 71 años en el caso de las mujeres. Se realizó un seguimiento de 32-34 años.  

Cada 4 años, los pacientes realizaban un cuestionario validado de frecuencia de consumo de alimentos. A partir de esta información, se evaluó la calidad de la dieta mediante la determinación del Índice Alternativo de Alimentación Saludable (AHEI). Este índice evalúa 11 items a los que otorga una puntuación que oscila del 0 a 10. De este modo, se consigue categorizar a los pacientes según realicen una dieta de mayor calidad (mayor puntuación) o menor calidad (menor puntuación). Acorde a esta escala, las mejores puntuaciones se atribuyen a ingestas elevadas de: frutas, verduras, granos enteros, frutos secos, legumbres, fibra y ácidos grasos omega 3, así como a una ingesta escasa de: bebidas azucaradas y zumos de frutas, carnes rojas o procesadas, grasas trans y sal.

Adicionalmente, cada 2-4 años, los pacientes realizaban cuestionarios validados en los que se evaluaba el tiempo semanal dedicado a diversas actividades físicas como pasear, nadar, correr, subir escaleras, trabajar al aire libre, etc…A partir de esta información, se calculó la tarea metabólica equivalente (MET) en horas por semana, categorizando a los pacientes en más o menos activos físicamente (a más MET, mayor intensidad de actividad física).

Los investigadores informaron una asociación inversa entre una dieta de mayor calidad (de forma previa y posterior al diagnóstico) y el riesgo de mortalidad.  De manera similar, también se objetivó una relación inversa entre la media acumulada de horas MET por semana de forma previa y posterior al diagnóstico y el riesgo de mortalidad por cualquier causa. Además, aquellos pacientes que seguían una dieta saludable y realizaban más actividad física antes del diagnóstico de EP tenían un riesgo de mortalidad un 49 % menor, con resultados beneficiosos muy similares también después del diagnóstico.

En conclusión, los resultados de esta investigación muestran una asociación entre la adherencia a unos hábitos dietéticos saludables (es decir, con una dieta rica en frutas, verduras, granos enteros, legumbres, fibra y ácidos grasos omega-3) y un estilo de vida activo y una menor mortalidad por cualquier causa en los pacientes con enfermedad de Parkinson. Estos beneficios, se consiguen con la implantación de estos hábitos tanto antes como después del diagnóstico de la enfermedad. Además, aquellos pacientes que realizan tanto una dieta de mayor calidad como una mayor actividad física son los que consiguen los mejores beneficios a nivel de supervivencia. Aunque son necesarios más estudios que confirmen estos hallazgos, el consumo de una dieta de alta calidad y la realización de actividad física podrían mejorar el pronóstico de los pacientes con enfermedad de Parkinson.



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