El ejercicio domiciliario es eficaz para mejorar los síntomas motores, no motores y la calidad de vida en los pacientes con Enfermedad de Parkinson. | Fundación Degén
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El ejercicio domiciliario es eficaz para mejorar los síntomas motores, no motores y la calidad de vida en los pacientes con Enfermedad de Parkinson.

 

• Con la situación actual es de gran interés poder aplicar terapias como el ejercicio en domicilio.

• Un ensayo clínico en 98 pacientes demuestra el beneficio de 150 minutos a la semana de ejercicio físico frente a un grupo control.

• Las sesiones incluían calentamiento, ejercicio aeróbico, de resistencia, y enfriamiento.

• El ejercicio en casa fue seguro.

• Además mejoró síntomas motores, no motores como la depresión o fatiga, y la calidad de vida.

• Este estudio respalda la importancia de hacer ejercicio en casa.

Se publica un trabajo en Japan Journal of Nursing Science donde se explora los posibles beneficios clínicos de llevar a cabo un programa de ejercicios domiciliarios en la Enfermedad de Parkinson (EP).

Este estudio fue un ensayo controlado aleatorizado con una muestra de conveniencia de 98 pacientes con EP (H&Y I-II; medicación estable en los últimos 3 meses; sin deterioro cognitivo; sin limitaciones para llevar a cabo ejercicios; sin hábito regular de práctica de ejercicio). Fueron distribuidos al azar en un grupo control (GC) y un grupo experimental (GE). El GE recibió instrucciones para realizar 150 min/semana de ejercicio en casa siguiendo instrucciones a través de un DVD y controlando sus pulsaciones entre el 60-80% de su valor máximo. La sesión constó de un calentamiento (5 min), ejercicio aeróbico (30 min), ejercicio de resistencia (10 min) y la fase de vuelta a la calma (5 min) para un total de 50 minutos. La intensidad y la duración de la fase de ejercicio aeróbico y del ejercicio de resistencia, fueron implementados de forma gradual ascendente, estableciendo mayor número de sesiones y períodos de descanso en las primeras semanas.
 
Se establecieron medidas de seguridad adicionales como llevar ropa y calzado adecuado, habilitar un espacio amplio y/o el acompañamiento de cuidadores o familiares. El GC mantuvo su estilo de vida habitual. Los cuestionarios empleados midieron los síntomas motores (SM), los no motores (SNM) y la calidad de vida relacionada con la salud (CVRS).

Se llevaron a cabo tres mediciones: al inicio de la intervención, después de 4 semanas y después de 8 semanas. También, y en base al grado de cumplimiento o no del programa, se usó la ecuación de estimación generalizada (GEE) para determinar el efecto del ejercicio con 120 y 150 minutos de práctica por semana.

Ambos grupos: GE (n=49) y GC (n=49) fueron homogéneos excepto por el estadio de la enfermedad al inicio del estudio. Ningún participante se retiró durante las 8 semanas de seguimiento.
Finalizada la intervención se encontraron diferencias significativas entre los grupos para depresión, CVRS, capacidad motora, actividades de la vida diaria y fatiga (p <.000) entre los grupos de ejercicio y control, y también entre los subgrupos de cumplimiento y no cumplimiento (p <.05). La GEE reveló que el ejercicio 150 min / semana mejoró significativamente la CVRS, la depresión, la capacidad motora, las Actividades de la Vida Diaria, la fatiga y la calidad del sueño (p <.05), aunque no la ansiedad. Además, el ejercicio 120 min / semana también se mostró efectivo.

Como limitaciones del estudio se exponen el tamaño muestral y que el diario de control para registrar el tiempo de ejercicio y la frecuencia cardíaca fueron automedidos y cumplimentados por los propios pacientes.

Los autores concluyeron que este ejercicio domiciliario fue seguro y eficaz para mejorar los SM, los SNM y la CVRS. En base a lo hallado se establece una recomendación general para que los pacientes con EP hagan ejercicio en casa y se proponen dos fórmulas: de 30 a 50 minutos al menos tres veces por semana, o varias sesiones 10 a 15 minutos por día, para acumular de 120 a 150 minutos por semana. Además, destacan la importancia de realizarlo de forma progresiva, aumentando gradualmente la intensidad y duración del ejercicio, así como disminuyendo los intervalos de descanso para mantener los beneficios del ejercicio y disminuir el riesgo de lesiones.
 
Mayo de 2021
Pablo Campo-Prieto
Fisioterapeuta e Investigador en la Universidad de Vigo
 


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