El Párkinson es la segunda enfermedad neurodegenerativa más frecuente, que implica la pérdida de grupos de neuronas en el cerebro. Se trata de un tipo de trastorno del movimiento.
Ocurre cuando las células nerviosas (neuronas) no producen suficiente cantidad de una sustancia química importante en el cerebro conocida como dopamina. Algunos casos son genéticos pero la mayoría no parece darse entre miembros de una misma familia.
Cada año se diagnostican unos 10.000 nuevos casos de la enfermedad de Párkinson en España y, actualmente, son unas 120.000-150.000 personas las que padecen la enfermedad.
Existen dos tipos de Párkinson que se diferencian entre sí por las causas que han favorecido a la aparición de la enfermedad: Primario y secundario.
Puede deberse a una herencia familiar, a trastornos genéticos, a un proceso neurodegenerativo.
Este tipo de Párkinson deriva de un medicamento o de otra patología. Entre sus causas encontramos el Parkinsonismo derivado por medicamentos o toxinas, enfermedades infecciosas, enfermedades metabólicas o traumatismo craneal repetido.
Todos los pacientes de Párkinson cursan Parkinsonismo, pero no es así a la inversa. El Párkinson es, por lo tanto, la enfermedad. Parkinsonismo es la muestra de síntomas del Párkinson, pero sin saber si se deben a esta enfermedad. Dentro de los Parkinsonismos también se encuentran los síntomas motores del Párkinson como bradicinesia, temblor, rigidez.
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Los pacientes tardan una media de entre 1 y 3 años en obtener un diagnóstico y se cree que hasta un 25% de los pacientes diagnosticados tienen en realidad otra enfermedad. Sus síntomas, aunque pueden parecer claros, se diferencian en síntomas motrices y no motrices:
Cada persona que vive con una enfermedad lo hace de manera única. Estas particularidades se observan especialmente en el caso de quienes viven con el Párkinson. A pesar de tener síntomas comunes, hay quienes presentan un tipo de síntomas más que otros y la enfermedad puede evolucionar con distinta magnitud.
Esto depende de muchos factores, entre los que se encuentran la edad de la persona, los beneficios que se obtiene de las medicaciones y por supuesto, su actitud frente a las pautas que se han comprobado que mejoran su condición: el ejercicio físico, las actividades placenteras, el buen descanso, una nutrición balanceada y la ayuda psicológica si es que se hace necesaria.
Casi todos los estudios epidemiológicos han mostrado que tanto la incidencia como la prevalencia de la Enfermedad de Párkinson es de 1,5 a 2 veces mayor en hombres que en mujeres, lo que ha sugerido un posible efecto protector de los estrógenos.
Cuando a una persona le diagnostican el Párkinson, una de las mayores preocupaciones es la incertidumbre acerca de cómo será la evolución de la enfermedad. Existen escalas que sirven para establecer el estadio evolutivo y su progresión. Su principal utilidad es realizar un seguimiento sobre cómo evoluciona la enfermedad en una persona desde el momento del diagnóstico hasta la etapa en la que los síntomas se hacen más severos.
Etapa uno
La persona presenta síntomas leves que generalmente no interfieren con las actividades diarias. El temblor y otros síntomas de movimiento ocurren en un solo lado del cuerpo. Se producen cambios en la postura, la marcha y las expresiones faciales.
Etapa dos
Los síntomas comienzan a empeorar. El temblor, la rigidez y otros síntomas del movimiento afectan a ambos lados del cuerpo. Pueden ser evidentes problemas para caminar y una mala postura. La persona aún puede vivir sola, pero las tareas diarias son más difíciles y largas.
Etapa tres
Se la considera una etapa intermedia. La persona comienza a tener dificultades con el equilibrio y lentitud en los movimientos. Las caídas son frecuentes. La persona todavía es completamente independiente, pero los síntomas afectan significativamente actividades como vestirse y comer.
Etapa cuatro
En este punto, los síntomas son graves y limitantes. La persona puede requerir un andador. La persona necesita ayuda con las actividades de la vida diaria y no puede vivir sola.
Etapa cinco
Esta es la etapa más avanzada. La rigidez en las piernas puede hacer que sea imposible pararse o caminar. Se requiere ayuda permanente para moverse con autonomía.
No se conoce cuánto tiempo dura cada una de las etapas en las que se clasifica la escala. Si bien los tratamientos existentes en la actualidad todavía no han conseguido detener completamente la evolución de la enfermedad, se han desarrollado nuevos tratamientos para controlar los síntomas. Eso permite que la progresión de los estadíos sea cada vez más lenta.
En la actualidad no se sabe lo que causa en la enfermedad la pérdida neuronal. Se cree que puede deberse a una combinación de:
Envejecimiento
El riesgo de ser personas con Párkinson aumenta a partir de los 60 años, aunque hay numerosos casos con menos de 50 años.
Factores genéticos
Entre el 15 y 25% de los afectados cuentan con algún pariente que lo ha desarrollado, siendo más probable si es un caso de Párkinson juvenil. Se han identificado seis o siete genes cuyas mutaciones pueden producir Párkinson, pero el riesgo de estos cambios genéticos es demasiado bajo. El gen LRRK2 es la más frecuente conocida, supone un 40% de las causas genéticas.
Factores ambientales
Algunas sustancias tóxicas como pesticidas, beber agua de un pozo y otros aspectos de la vida rural pueden ser causas del Párkinson.
En el Párkinson, tratamiento y diagnóstico no pueden ser la una sin la otra. Para que el neurólogo pueda diagnosticar la enfermedad de Párkinson, se requiere la presencia de síntomas y una respuesta eficiente a la levodopa. Dado que la velocidad de progresión de la enfermedad es de un 5% al año, un correcto tratamiento garantiza una esperanza de vida más larga.
No existe en la actualidad una práctica curativa ni neuroprotectora, que preserve las neuronas vulnerables para frenar o revertir la progresión de la patología. El tratamiento actual se centra en:
La evolución terapéutica divide la enfermedad en cuatro fases:
Pocas enfermedades han tenido un desarrollo farmacológico sin respiro como el Párkinson. Aunque hay unanimidad en lo fundamental y universal que es la levodopa, es necesario un tratamiento individualizado. Esto incluye otros fármacos como agonistas de la dopamina en el cerebro, amantadine, IMAO´s o ICOMT.
Cuando la enfermedad progresa y afecta a la actividad diaria es cuando se debe comenzar. El manejo debe ser individualizado, pudiendo iniciarse con levodopa o bien con otro fármaco como un IMAO-B o un agonista. Dependerá de factores como la edad o la severidad de los síntomas.
En cualquier caso, es importante el uso racional de los tratamientos, no siendo bueno alcanzar dosis altas de medicación en poco tiempo. Si la respuesta al tratamiento es inadecuada, pobre o nula, es probable que no se trate de enfermedad de Párkinson, aunque la recomendación es ir al neurólogo tanto para iniciar el tratamiento como para interrumpirlo.
La enfermedad de Párkinson a menudo está acompañada de estos problemas adicionales que pueden tratarse:
Es posible que existan problemas cognitivos (demencia) y dificultad para pensar. Esto suele suceder en las etapas más avanzadas de la enfermedad de Párkinson.
Puede surgir depresión en las primeras etapas. El tratamiento para la depresión puede facilitar la forma de lidiar con otras dificultades ocasionadas por la enfermedad de Párkinson.
Es posible que se desarrollen dificultades para tragar a medida que evoluciona la enfermedad. La saliva puede acumularse en la boca a causa de la forma lenta de tragar, así se produce el babeo.
La enfermedad de Párkinson en etapas avanzadas afecta los músculos de la boca, lo que dificulta la masticación. Esto puede ocasionar atragantamientos y desnutrición.
Las personas con enfermedad de Párkinson a menudo tienen problemas para dormir, que incluyen el despertar frecuentemente durante la noche, despertar temprano o quedarse dormidos durante el día.
La enfermedad de Párkinson puede ocasionar problemas en la vejiga que incluyen la incapacidad de contener la orina o tener problemas para orinar.
Muchas personas con enfermedad de Párkinson manifiestan estreñimiento, principalmente porque su sistema digestivo funciona más lento.
Es posible que aquellas personas que padecen Párkinson se sientan mareados o aturdidos cuando se ponen de pie a causa de una disminución de la presión arterial de repente (hipotensión ortostática).
Existe la posibilidad de tener problemas con el sentido del olfato. Se presenta dificultad para identificar algunos olores o para diferenciarlos.
Muchas personas con enfermedad de Párkinson pierden la energía y sienten fatiga, en especial al final del día. Se suele desconocer la causa.
Algunos pacientes con enfermedad de Párkinson presentan dolor, ya sea en áreas específicas o en todo el cuerpo.
En algunos casos, los pacientes que tienen la enfermedad de Párkinson notan una disminución del deseo sexual o en el rendimiento sexual.
Actualmente no hay forma de prevenir la aparición de la Enfermedad de Párkinson.
Algunos estudios recientes han puesto de manifiesto que aquellas personas que consumen tabaco y/o café tienen menor riesgo de padecerla, pero en ningún caso ese riesgo de desarrollar enfermedades más graves del aparato cardiovascular y respiratorio o de cáncer en diferentes órganos (pulmón, esófago, laringe, vejiga, riñón, hígado…) relacionadas con el consumo de estos productos justificaría su uso como prevención de la EP.
A pesar de carecer de un tratamiento preventivo, existen medidas basadas en una atención integral que pueden favorecer una mejor situación global del paciente y mejor evolución.
Si quieres seguir conociendo esta enfermedad en profundidad y conocer los últimos avances o noticias, puedes leer los artículos relacionados en nuestro blog.
El Párkinson afecta, en nuestro país, a 160.000 personas y actualmente no hay cura ni tratamiento para este tipo de enfermedades. Se estima que el número de afectados se duplicará en 20 años y se triplicará en 2050. Ayúdanos a investigar.
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