Los problemas respiratorios están muy presentes en la enfermedad de Parkinson (EP) pudiendo presentarse no solo en los estados avanzados de la enfermedad. La disnea, dificultades en la respiración durante el sueño o la disminución de la fuerza de los músculos respiratorios son ejemplos de ello.
Además, los pacientes con EP pueden presentar una tos no efectiva e infecciones secundarias debido a la debilidad de la musculatura respiratoria, resultando en un aumento de la morbilidad y mortalidad en este colectivo.
El ejercicio puede conseguir mejorar la mecánica ventilatoria. Los efectos de programas de entrenamiento de la marcha han logrado mejorar la fuerza de la musculatura respiratoria en adultos mayores sanos. Por otro lado, el entrenamiento de la musculatura respiratoria (EMR) se ha mostrado como un método efectivo para mejorar la funcionalidad de esta musculatura en la EP y prevenir complicaciones secundarias.
Es de interés conocer, si la suma de estas dos opciones terapéuticas podría ser útiles en la EP influyendo en la función pulmonar, fuerza de la musculatura respiratoria y capacidad de ejercicio funcional.
Un reciente estudio observa como el entrenamiento de la marcha combinada con fisioterapia respiratoria puede mejorar la función pulmonar, la fuerza de los músculos respiratorios y la capacidad de ejercicio funcional en la EP.
Existen estudios que muestran que pacientes con EP presentan déficits importantes en la fuerza en los músculos respiratorios. Por un lado, la debilidad de la musculatura inspiratoria puede causar problemas como hipoxia, taquipnea, disnea o disminución de las capacidades funcionales y, por otro lado, la debilidad de la musculatura espiratoria puede provocar reducción de tos efectiva y retención de secreciones, pudiendo favorecer la aparición de neumonías o infecciones respiratorias por aspiración.
Se publica un trabajo en Acta Neurologica Scandinavica donde se analizaron los efectos del entrenamiento de la marcha combinado con fisioterapia respiratoria (entrenamiento de los músculos respiratorios -EMR-) sobre la función pulmonar, la fuerza de los músculos respiratorios y la capacidad de ejercicio funcional en pacientes con EP.
Se incluyeron en el estudio 30 pacientes con EP (22 varones; H&Y I-III) que no presentasen discinesia, enfermedad respiratoria crónica, demencia o cualquier problema que les impidiese caminar. Fueron divididos aleatoriamente en dos grupos: el grupo de marcha + EMR (n = 15) y el grupo de EMR (n = 14). Se registró un abandono por razones personales en el grupo de EMR.
Las variables medidas fueron los síntomas motores (UPDRS-III), las funciones pulmonares (presiones inspiratorias y espiratorias máximas en boca, presión nasal inspiratoria y parámetros de espirometría -FEV1, FVC y FEV1/FVC ratio-), capacidad de ejercicio funcional (prueba de marcha -6MWT-), la disnea y la fatiga (escala modificada de Borg). La EMR se realizó utilizando métodos de carga umbral inspiratoria y espiratoria con el dispositivo threshold. La intensidad del entrenamiento de la marcha se ajustó de acuerdo con la prueba basal de marcha de 6 minutos.
Los pacientes realizaron 30 minutos de EMR (15 minutos de entrenamiento de los músculos inspiratorios + 15 minutos de entrenamiento de los músculos espiratorios) en ambos grupos. El grupo de intervención añadió 15 minutos de entrenamiento de la marcha además del EMR.
La intervención se llevó a cabo en los domicilios durante 8 semanas, dos veces al día, 5 días a la semana. La intensidad del entrenamiento se ajustó una vez por semana para los grupos en el hospital. Cada paciente cumplimentó un diario con las sesiones realizadas. Un fisioterapeuta instruyó a los pacientes y cuidadores sobre el uso y mantenimiento de los dispositivos y sobre el programa de marcha.
Los resultados mostraron mejoras significativas en ambos grupos en la fuerza de los músculos respiratorios, la distancia de marcha en 6MWT (p = .001) y en las puntuaciones de UPDRS-III (marcha + EMR: p = .008 y EMR: p = .01). El aumento de la presión espiratoria máxima fue significativamente mayor en el grupo marcha + EMR que en el grupo EMR (p = 0,007). No hubo diferencias significativas entre grupos en las puntuaciones de Borg para la disnea y la fatiga.
La adherencia al tratamiento fue buena y los pacientes informaron que no habían tenido síntomas como mareos, palpitaciones, fatiga o sentirse demasiado cansado en sus actividades de la vida diaria.
Los autores concluyen que la terapia combinada propuesta fue factible para ser llevado a cabo en domicilios y para el colectivo dirigido. Además, el entrenamiento de la marcha aumenta el efecto del entrenamiento de los músculos espiratorios en pacientes con EP y argumentan que el incremento de la presión espiratoria máxima podría estar relacionada con el aumento de la activación de la musculatura espiratoria que se produce durante el ejercicio. Finalmente, exponen como limitaciones el poco número de mujeres en la muestra y la no presencia de pacientes en etapas avanzadas de la EP (H&Y IV-V).
Estos resultados son muy interesantes y refuerzan la utilidad de la fisioterapia respiratoria en la EP, sobre todo en etapas avanzadas. Teniendo en cuenta a esta franja de afectados, sería positivo buscar opciones a los programas de marcha para pacientes (H&Y IV-V) con dificultades para caminar (quizás cicloergómetros o sistemas asistidos) que puedan reproducir los hallazgos de este estudio en un medio viable y seguro para ellos.
Pablo Campo-Prieto
Fisioterapeuta e Investigador en la Universidad de Vigo
Coordinador del Comité Científico de la Fundación Degén, neurólogo en el Servicio de Neurología del CHUAC (Complejo Hospitalario Universitario de A Coruña) y del Hospital San Rafael, A Coruña.
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