Tratamiento del Parkinson con un mucolítico, la N-acetilcisteína.

 

• La N-acetilcisteína (NAC) es un tratamiento mucolítico que en estudios previos ha demostrado tener acción antioxidante e incrementar la dopamina cerebral.

• Se realiza un ensayo clínico en 42 pacientes con enfermedad de Parkinson, 28 recibiendo NAC y 14 no.

• La terapia fue intravenosa 1 vez por semana y oral el resto de los días durante 3 meses.

• Los pacientes tratados mejoraron clínicamente con una diferencia de casi 7 puntos en la escala UPDRS frente a los no tratados.

• Hubo un incremento en los tratados con NAC tanto en la función dopaminérgica como serotoninérgica, que midieron con SPECT cerebral.

• Un mayor grado de mejoría clínica se correlacionó con un mayor grado de incremento de la función dopaminérgica cerebral.

• La NAC fue bien tolerada, no habiendo abandonos ni eventos adversos.

• Este estudio respalda el posible beneficio que la NAC puede producir en los pacientes con enfermedad de Parkinson.

La enfermedad de Parkinson es un trastorno neurodegenerativo en el que diferentes procesos fisiopatológicos suceden, como inflamación, aumento del estrés oxidativo, pérdida neuronal y déficit de dopamina. La N-acetil-cisteína (NAC) es una sustancia que se usa como mucolítico (el muy utilizado Flumil®) que ha demostrado en estudios de laboratorio, en cultivos celulares, tener una acción anti-oxidante, aumentando los niveles de glutatión, que es el principal antioxidante de las células que actúa evitando el estrés oxidativo producido por radicales libres. Pero además, estudios previos preliminares en pacientes con enfermedad de Parkinson han observado un incremento de la actividad de la función de dopamina en el cerebro detectado con DATscan tras recibir NAC. En base a esto se podría pensar que la NAC podría tener un efecto sintomático al aumentar la dopamina cerebral pero también actual a nivel del proceso patológico de la enfermedad, reduciendo la inflamación cerebral.
 
 
Un total de 42 pacientes fueron incluidos, de los cuales 14 no recibieron tratamiento (7 varones y 7 mujeres) mientras que 28 sí (14 varones y 14 mujeres). No hubo ningún abandono y tampoco se reportaron eventos adversos de consideración. La edad media era de en torno a los 62 años y el tiempo medio de evolución de enfermedad de algo más de 4 años. Los pacientes tratados frente a los que no recibieron NAC presentaron después de 3 meses un incremento de la actividad dopaminérgica tanto en el núcleo caudado como en el núcleo putamen (en los no tratados hubo por el contrario una reducción no significativa). Clínicamente, los pacientes tratados también mejoraron, con una reducción significativa de 4.29 puntos en la escala UPDRS, frente a un incremento de 2.36 en los no tratados. La mejoría clínica se observó tanto en síntomas motores como no motores, y la diferencia entre los tratados (mejoraron) y no tratados (empeoraron) fue de casi 7 puntos en la escala.

Interesantemente, además de medir la actividad dopaminérgica, los investigadores también evaluaron la función de otro neurotransmisor, la serotonina, observando un incremento de la actividad serotoninérgica en los tratados frente a una reducción en los no tratados, algo que fue significativo desde el punto de vista estadístico. La mejoría clínica experimentada en la escala UPDRS se correlacionó con el incremento de la función dopaminérgica en el estriado a nivel del núcleo caudado, pero no con los cambios en la función serotoninérgica.

En conclusión, el presente estudio observa que pacientes con Parkinson tratados con NAC durante 3 meses mejoran clínicamente tanto en aspectos motores como no motores, así como que esa mejoría se acompaña de un incremento de la función dopaminérgica cerebral. Hay cierta correlación de tal forma que a mayor grado de mejoría, mayor incremento de la función dopaminérgica. Estos resultados avalan la hipótesis de un efecto sintomático de la NAC en la enfermedad de Parkinson. Tampoco se puede descartar otros efectos debido a su acción anti-oxidante. Además, la NAC parece ser bien tolerada dado que no hubo complicaciones relevantes. Como incógnita, decir que el tiempo de seguimiento fue corto, 3 meses, y se abre la pregunta. ¿Cuál sería su efecto a largo plazo?; ¿cuánto tiempo tendría sentido recibir dicha terapia?; ¿se podría combinar con otras que reducen el estrés oxidativo como el ejercicio físico? Un ensayo clínico a gran escala podría plantearse.

Junio 2019
DIEGO SANTOS GARCÍA
NEUROLOGÍA, CHUAC (COMPLEJO HOSPITALARIO UNIVERSITARIO DE A CORUÑA), A CORUÑA